El comportamiento del electrón como explicación de la consciencia humana
POR JOAN EGEA BARBER
18/06/2022
En la década de 1990, el Premio Nobel de Física 2020 Roger Penrose se asoció con el anestesiólogo Stuart Hameroff, para intentar ofrecer una teoría de la consciencia. En sus propuestas afirmaban que el sistema neuronal del cerebro configura una red de complejas interacciones, y que la conciencia que esto produce, podría obedecer a los principios que determinan el movimiento de los electrones.
Las propiedades de los átomos son consecuencia de la naturaleza vibratoria en forma de ondas de sus electrones. La materia puede transformarse en energía vibratoria en forma de ondas, pero también la energía vibratoria lleva asociada una masa. El electrón como sistema podría explicar la misteriosa complejidad de la conciencia humana.
La materia es sencillamente un aspecto de la energía. Masa y energía son expresiones de una misma cosa, todo es energía.
Los electrones no poseen ningún significado como entidades aisladas, y solo podemos comprenderlos como interconexiones dentro de una especie de telaraña o red unificada de líneas de fuerza, que conexiona y entrelaza todas las partes y elementos.
La ciencia física permanece relativamente libre del misterio que envuelve el hecho de que cada átomo de creación es incapaz de ser explorado y comprendido por completo. Disponemos de un conocimiento muy parcial de la cosa real más sencilla; la naturaleza de una gota de agua contiene misterios a nivel microscópico que nos son completamente desconocidos y podemos esperar que conoceremos más a su debido tiempo.
La ciencia puede y debería conducirnos de forma rigurosa a las fronteras de lo incomprensible, animando a enfocar nuestras mentes a lo que todavía no comprendemos. Solo a quienes piensan regularmente y trabajan pacientemente es a quienes siempre se les revelan los misterios y principios de la verdad que nos hace libres.
El estudio de la materia, del movimiento y la propagación de ondas desde la Teoría del Campo Electromagnético, constituye el contenido principal del libro Vibra+ Sistémica, desde una perspectiva que lejos de levantar muros entre la física y la psicología, se enfoca en sus fronteras y conexiones, en sintonia como la psicofísica que promovieron grandes pensadores como Michael Faraday, James C. Maxwell, Oliver Lodge o Nikola Tesla, entre otros.
James Clerk Maxwell, fue uno de los científicos y pensadores más influyentes en torno a la Teoría de los Campos Electromagnéticos, base de los más avanzados progresos tecnológicos y científicos de nuestra civilización.
Maxwell afirmaba que el estudiante de física encontraría en los procedimientos y metodología suministrada, hechos relativos a las condiciones del conocimiento humano, que podría llevar consigo como guía para estudiar otros temas más complejos.
En nuestra particular ruta de aprendizaje y desarrollo personal, mientras experimentamos las presiones y dificultades implícitas en el hecho de tener que transformar nuestros conocimientos en competencias, deberíamos tener presente los frutos de los grandes pensadores y científicos que sustentan el progreso de nuestra humanidad y, sobre todo, recordar el precio que tuvieron que pagar haciendo frente a las creencias establecidas por los perfiles colectivos dominantes de su respectiva época, y por otra parte, por las creencias limitantes con las que ellos mismos fueron educados y socializados.
Cuando en el estudio de los principios universales logramos superar la resistencia de nuestras mentes ordinarias y avanzamos desde una mentalidad abierta hacia nuevas ideas, descubrimos que el funcionamiento de nuestra mente no se corresponde con tomas de decisiones arbitrarias y desconectadas de un Dios “jugando a los dados”, sino que forman parte esencial de un todo, en el que el poder de las infinitas posibilidades sirve para revelar una sabiduría que nos trasciende.
Nadie, excepto uno mismo, puede ser participe del placer que produce la comprensión y aplicación de los principios mentales que siempre permanecen. La adquisición de estos conocimientos es determinante, pero, sobre todo, lo es el hecho de aplicarlos pacientemente hasta obtener y manifestar los frutos y resultados deseados.
Nunca deberíamos dejar pasar las oportunidades de lograr esta clase de placer, que ni los honores del saber universitario, ni la reputación ofrecida por los demás, ni los placeres cortoplacistas que ponemos en riesgo, podrán jamás proporcionar.
Joan Egea Barber