Líneas rojas del pensamiento único

POR JOAN EGEA BARBER
05/10/2024

Líneas rojas del pensamiento único

Vivimos en una época en la que el pensamiento único prescrito ha ganado una fuerte presencia en los medios de comunicación y las redes sociales.

A quien defiende las ideas predominantes de dentro del círculo se le otorga legitimidad o, al menos, se le deja en paz. Sin embargo, a quienes se resisten o se atreven a pensar de manera diferente, son considerados como una especie de "herejes".

Estas personas que traspasan las líneas rojas son condenadas públicamente, por medio de las conocidas etiquetas despectivas, excluidas de debates importantes y, en muchos casos, se hace un esfuerzo muy considerable por negarles influencia en la vida pública.

De este modo hemos visto denigrar a grandes personalidades públicas que tanto han contribuido al establecimiento y el progreso de cosas tan importantes como nuestra democracia. Este fenómeno tiene profundas implicaciones para la sociedad, especialmente en lo que respecta a la educación, la cultura y la convivencia comunitaria.

PENSAMIENTO ÚNICO Y LUCHA CULTURAL

La sociedad actual es un mosaico de creencias y posturas, lo que genera inevitables choques de ideales. En este contexto, no solo prevalece un pluralismo aparente, sino también una constante lucha cultural. Esto pone en evidencia las tensiones entre las corrientes de perfiles dominantes y aquellas voces que buscan resistirse o proponer alternativas.

El pensamiento único prescribe un conjunto de valores e ideas que son promovidos por los medios de comunicación de manera casi incuestionable. Esto no solo limita el debate público, sino que también redefine los márgenes de lo aceptable, generando líneas rojas invisibles que nadie debe cruzar si no quiere sufrir las consecuencias de la persecución mediática que pondrán en riesgo su vida personal y profesional.

Los medios de comunicación no se caracterizan por la reflexión crítica y constructiva, por el contrario, son amplificadores de la actual situación de polarización y revanchismo. La diversidad de opiniones y la capacidad de discutirlas abiertamente se encuentran más comprometidas que nunca y muchas personas declaran su miedo solo en entornos donde no puedan trascender.

Hoy en día, cualquier figura pública, ya sea un político, escritor o artista, está constantemente bajo la mirada de las redes sociales y los medios. Los límites de lo aceptable han cambiado, y lo que antes podía considerarse una opinión razonable ahora puede interpretarse como una herejía.

Este fenómeno se amplifica por una escalada retórica en la que las acusaciones y los insultos están cada vez más normalizados. En muchos casos, las discusiones en torno a temas con líneas rojas muy marcadas se han convertido en campos de batalla donde se exige una reparación histórica sin posibilidad de perdón o reconciliación.

Esta retórica de la venganza ha normalizado el revanchismo, creando una atmósfera de hostilidad y resentimiento que impregna la sociedad.

Los medios de comunicación de masas representan hoy en día la mayor escuela de socialización para las generaciones más jóvenes. Nos educan desde niños, incidiendo sobre todo en la parte emocional y la inconsciente, configurando de este modo unas interesadas programaciones en las mentes de las personas, que actúan como un piloto automático y que son decisivas en nuestras tomas de decisiones, elecciones, acciones y comportamientos.

La capacidad de poder decidir y elegir es un requisito para la libertad. Los medios de comunicación no deben convertirse en un monopolio del Estado ni tampoco de determinados grupos de poder. Este monopolio del pensamiento único corre el riesgo de convertirse en manipulación y la manipulación en autoritarismo.

Debemos reconocer los peligros que este fenómeno representa para la educación y trabajar activamente para eliminarlos, promoviendo un entorno en el que la diversidad de ideas y la búsqueda de la verdad sean valoradas y respetadas. Solo así podremos construir una comunidad sólida y cohesionada, capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI con confianza y esperanza.

La lucha contra el pensamiento único en los medios de comunicación y la educación no es solo una batalla por la libertad de expresión, sino también por el futuro de nuestra sociedad.

 

Joan Egea Barber

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